lunes, 25 de septiembre de 2017

Ruta 113 Las Cárcavas del Pontón de la Oliva (21/09/2017)




Las cárcavas son los socavones producidos en rocas y suelos de lugares con pendiente a causa de las avenidas de agua de lluvia. Estas producen la llamada erosión remontante. Se producen tan sólo en el sustrato de tipo arcilloso, si hay dos o más cárcavas que avanzan paralelas en línea recta se llama “Rills”. Se concretan, normalmente, en abarrancamientos formados en los materiales blandos por el agua de arroyada que, cuando falta una cobertura vegetal suficiente, ataca las pendientes excavando largos surcos de bordes vivos.
Reconocen los expertos que, a pesar de ser uno de los más evidentes fenómenos erosivos, las cárcavas son de los menos estudiados. Lo azaroso de su evolución las hace sumamente impredecibles y de lo poco que se tiene seguridad es de su íntima relación con las precipitaciones, la existencia de un terreno inclinado y la densidad del manto vegetal que cubre la superficie.
Las cárcavas son depresiones de tamaño y profundidad variable que aparecen en suelos arenosos. Sus paredes presentan una gran verticalidad, fragmentándose en pequeños valles y agujas que están sometidos a una intensa erosión hídrica. Las cárcavas del Pontón de la Oliva son de las más espectaculares de la península Ibérica, tienen un perímetro de 800 metros y un desnivel en su parte profunda de más de 60 metros. Entre las agujas existentes destacan tres, la primera de ella es la que más llama la atención, se trata de una estilizada forma rematada con una monstruosa cabeza y se la denomina la Aguja del Diablo, otra es la Aguja del Enebro, así llamada porque cerca de su cima ha crecido un árbol de esta especie y el inconfundible Colmillo Blanco que es la tercera de estas agujas.


ASISTENTES: 28
DISTANCIA:    12 kilómetros
DESNIVEL:     420 metros
Duración:        4 horas 40 minutos


Jueves 21 de septiembre, en el área del Pontón de la Oliva hay una pequeña explanada, junto al dique del pantano, donde se van juntando los asistentes a la marcha de hoy que transcurre por la zona de las Cárcavas.
Ya bien establecida la mañana y el sol, muy dispuesto a cumplir su función, se comienza la andadura por pista hacia unas formaciones arcillosas que, además de caprichosas, sí se puede decir, como si de un piropo se tratara y que lo es, son preciosas.


Poco a poco el camino se estrecha, cambia a color rojizo, se va pareciendo a un valle encantado, medio mágico, medio fantástico, facilitando que el caminante fabule, en su imaginario, si cada formación que tiene delante quiere indicarle algo, algún secreto por descifrar, alguna invitación a vivir un pasado de seres distintos, si habitaron por allí esos personajes mitológicos como fueron los Trolls custodiando esas riquezas, o tal vez unos Selenitas atraídos por un paraje casi lunar, o si acertó a pasar por allí Don Quijote y se enfrentó a esas diabólicas formaciones en batalla singular, a pesar de las indicaciones de Sancho que más que gigantes parecían Dulcineas...la imaginación de cada cual debe fluir, darle rienda suelta y disfrutar de unos momentos como si fuesen de cuentos y después, ya de vuelta a la realidad, contar que la fantasía, a veces, se puede tocar.
El sol distraído se comportó en septiembre como en pleno estío, la sensación térmica parecía medida con valores de escala Fahrenheit, pero queda aliviada por la visita hecha y por un caminar tranquilo hacia el último destino. Sí se hizo un ligero funambulismo por un senderito que remontaba hasta una senda, ya más cómoda, y que facilitaba una vista aérea de la cárcava visitada.
Alto en el camino y hora del bocadillo, hay quien elige la sombra para cobijarse y quien sigue prefiriendo la compañía del cielo abierto. Camino de regreso al punto de partida, en algún tramo se tiene que pasar por terreno más estrecho, cerrado por la vegetación y de búsqueda de la mejor salida, pero se puede decir aquella expresión de "gajes del oficio" superándose esas pequeñas dificultades sin mayores perjuicios.
Último tramo de recorrido, cual peregrinos, se va en compañía o individualmente, cada cual con sus ideas en la mente, recuento de lo vivido, del cansancio acumulado, de la cerveza que se va a tomar mientras, un poco más tarde, será un relajante ducha, de lo entretenida que ha sido una mañana por un rincón de tierra muy particular y que viajará acunado dentro de cada uno en el regreso a la ciudad.

                                              


Tino

domingo, 17 de septiembre de 2017

Ruta 112 Subida al Cerro del Telégrafo (14/09/17)






El cerro de Cabeza Mediana o Cerro del Telégrafo, lo comparten varios municipios, siendo Moralzarzal el propietario de la mayor extensión. El pinar que cubre el monte es producto de la repoblación. Este cerro está coronado por un antiguo telégrafo óptico, Torre de Monterredondo, del que toma uno de sus tres nombres. Este sistema permitía antiguamente la visualización a distancia de diferentes señales ópticas, generadas por reflexión lumínica. Fue edificado en 1841 y formaba parte de una cadena de torres que mantenían contacto visual entre sí, mediante la cual se propagaban los mensajes de un punto a otro, en un tiempo relativamente corto a otras torretas próximas. La Torre de Monterredondo fue restaurada en el verano de 2008, a partir de los planes originales añadiendo de nuevo un aparato de señales ópticas.


ASISTENTES: 21
DISTANCIA:.11kms
DESNIVEL:400m
DURACIÓN:3h 45'


Becerril de la Sierra, estos días en fiestas, define hoy una marcha conjunta como comienzo de la temporada 2017/18, toma de contacto después de las vacaciones de verano, de un verano que ya ha empezado a recoger su escenario hasta después de la próxima primavera y que regala un placentero día para pasar la mañana por algunas veredas.

Poco a poco, superados los habituales atascos matinales, se van reuniendo todos los asistentes a esta marcha. Saludos, pequeñas frases resumen de las vacaciones y comienzo de la andadura. Enlazando distintas pistas de tierra se va tejiendo esta inaugural ruta que se comparte con algunos ciclistas, algún animal suelto dedicado a su pasto y alguna florecilla silvestre que ocupa poco espacio pero que gratifica mucho a la vista.


Caminar lento, de después de unas vacaciones, se trata de ir cogiendo forma para las siguientes ocasiones. Abajo el suelo blanco, arriba el cielo azul y en medio el verde de unos árboles que, como columnas jónicas, parecen sujetar la esfera de los pensamientos. A veces, los ligeros soplidos de viento, que de vez en cuando refrescan la piel, relajan la sensación de esfuerzo y animan a continuar el camino para volver a encontrarse con ellos otra vez.
 


Primera parada en un a modo de anfiteatro abierto al espacio y a la imaginación, el paisaje de arquitectura natural que hay enfrente lo tiene todo, no se echa nada en falta, solo queda ejercitar el sentido de encontrarse a placer.
 

Tras un pequeño refrigerio se emprende la marcha hacia Cabeza Mediana o Alto del Telégrafo, objetivo de la salida y donde se encuentra una torre, hoy sin uso, pero que en tiempos anteriores sí hizo su función de comunicación a distancia, motivo por el que se construyó y que cumplió en esta ubicación. 
Si hubiese quedado algún pequeño hueco en las retinas, de la ocasión anterior, para dejarlas mecer por esos augustos paisajes, lo completan ante la panorámica que ahora, desde otro ángulo, tienen al alcance.

Ya de regreso, por una bajada algo pronunciada, se va haciendo en línea o zigzagueando para aliviar la retención en las rodillas y, a la vez, soslayar alguna posible caída. Llegados al pueblo, siguiente objetivo, desprenderse de las mochilas y encaminarse hacia un restaurante para tomar una apetecible comida.



                                                                                                                                 Tino