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Panoramica de la ruta |
El Valle de la Barranca es
un valle de montaña situado a las faldas de la Bola del Mundo -Alto de
Guarramillas- y La Maliciosa, en la Sierra de Guadarrama, perteneciente al
Sistema Central. Administrativamente está dentro de los términos municipales de
Navacerrada y Becerril de la Sierra, en el noroeste de la Comunidad de Madrid.
En él hay un espeso bosque de pino silvestre por el que discurre el río
Navacerrada, afluente del río Manzanares, remansado en dos pequeñas presas y
que desemboca en el embalse de Navacerrada. Desde el punto de vista montañero
hay varias ascensiones que se pueden emprender desde la Barranca, siendo la más
conocida la que llega a La Maliciosa, con casi 1.000 m de desnivel, hay quien
le llama el kilómetro vertical. En las paredes del Peñotillo, o falsa
Maliciosa, y en la Cara Norte de la Maliciosa, se encuentran vías de ascenso,
en roca de gran calidad, que están frecuentemente practicadas por escaladores
de la zona y de Madrid dada su proximidad.
Asistentes:
14 y Boss (mascota del grupo en este día)
Kilómetros:
11 aproximados
Desnivel:
570 metros
Duración:
4 horas 45 minutos
Es
temprano, el río Navacerrada ya está despierto dando tiritones en su curso,
mientras, la nieve aún dormita antes de hacerse hielo, apenas se oyen cantos de
pájaros, acurrucados en los árboles, se hacen un ovillo para guardar el calor,
para no sentir el frío, las ramas parecen dar brazadas, para desentumecerse de
la noche y coger temperatura, las montañas cercanas, algo encogidas, dan la
sensación de invitar a que se les haga compañía.
Es
una mañana de invierno, clareada, con pequeños cercos de nieve en espuma o con
alfombras de hielo. El aparcamiento pasa de estar vacío a medio ocupado por los
senderistas de Aepuma los jueves. Bastones, getres (guetres/ polainas), guantes
y gorros de Thinsulate (aislante térmico), cortavientos y botas con Gore-Tex
(membrana impermeable y transpirable), mochila con o sin seta superior, todo
ello, entre otros imprescindibles elementos, son el equipo necesario a modo de
armadura medieval para este tipo de singladura.
Superado
un tramo de pista forestal se llega a la laborera senda Ortiz, senda amiga
porque guarece del frío y del calor al visitante, con sus dos arroyos que la
atraviesan dando color al paisaje y a los sentidos, es amiga por las vistas que
ofrece, con sus típicos subibajas, sus característicos serpenteos, amiga por su
fauna y vegetación, amiga también por su fácil caminar. Al final de su
recorrido sitúa al senderista en una pradera donde estuvo un hospital del que
ya solamente queda el recuerdo y hasta el que llegaba agua canalizada, por una
tubería, y que será parte del recorrido, en sendero, que se hará en esta
marcha.
Desde
esta explanada y por pista forestal se llega hasta al mirador de las Canchas
para desde ahí coger el mencionado sendero de la Tubería, o Senda del Agua o,
incluso, de las Cabrillas por ir en paralelo a un cordal montañoso con ese
nombre. Si la senda Ortiz tiene un atractivo particular, esta otra, parecida en
sus características, pero por su diferente ubicación, tiene su propio encanto,
dado que se va tuteando con unas seductoras crestas de montaña y que despiertan
una cierta pasión a los montañeros que circundan por sus alrededores, de manera
que, inevitablemente, trepan y destrepan sus costados como ejercicio de
superación y satisfacción.
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Boss vigilando que nadie se pierda |
El
día fue de los que se pueden envolver en papel de regalo, con la certeza de que
va a gustar a quien lo reciba, pero como las jornadas anteriores fueron de
lluvia, nieve y fuerte viento frío, el piso tan pronto estaba cubierto de
nieve, como de resbaladizo hielo o agua que discurría camino de algún arroyo,
todo ello hacía que hubiese tramos donde el caminar fuese con riesgo de caída.
El grupo fue muy pendiente de esta circunstancia y, con una elogiosa
precaución, fue avanzando ordenadamente tanto por la parte de suave y constante
subida como en la que se hace un descenso más acusado y que requería poner más
destreza en su tránsito. En el punto más alto del recorrido, correspondiente a
las cercanías al montículo denominado de Emburriaderos, se hace el ritual
descanso para tomar el bocadillo y aprovechar para "tomar" también un
poco el sol que, aunque estuvo presente en todo momento, aquí al ser una zona
sin arboleda y de altura, casi era posible recostarse un poquito en él para
echar una cabezada.
Una
vez hecho el descenso y libres de los riesgos del hielo, se opta por atrochar
siguiendo un ruta de pequeño recorrido, en lugar de por la pista forestal,
hasta que ya se retoma ésta a poca distancia del final de la marcha.
Bromeando,
se dice que se llegó a la meta justo con las campanadas del reloj, siendo las
dos del mediodía y que era la hora que se había propuesto como final del
recorrido.
Así
como se hizo in situ, no queda más que
volver a agradecer, a todos y cada uno de los componentes del grupo, su
participación y paciencia dadas las circunstancias ya mencionadas. Gracias.
Tino