lunes, 26 de junio de 2017

Ruta 108 Tejo Milenario (22/06/2017)


Los tejos son un género de árbol propio de las zonas montañosas, con ambientes frescos y húmedos, y que prefieren los terrenos calizos. Pueden alcanzar una altura de hasta 20 metros. Aunque con frecuencia se desarrolla de manera desigual, su copa es piramidal con abundantes ramas que salen del tronco en sentido horizontal. El tronco es grueso y con una corteza delgada de tiras pequeñas de color pardo rojizo o grisáceo, alcanzando diámetros de 1,5 metros. Son muy longevos, pudiendo superar los 1.500 años de vida. Tiene hojas perennes de 10 a 30 mm dispuestas en dos hileras opuestas de color verde. 
Maduran en otoño y cada seis o siete años el árbol tiene una producción abundante de frutos. Raramente forman bosquetes, siendo lo común encontrar a los ejemplares aislados. Casi todas las partes de la planta son ricas en alcaloides tóxicos: taxina, taxol y baccatina, siendo el primero el más peligroso, pues puede llevar a la muerte en pocos minutos. El arilo o baya es la única parte libre de taxina, pudiendo ser ingerido con la precaución de retirar la semilla. Su madera es muy dura, de grano fino y apretado, lo que la hace muy apta para ebanistería y talla, aunque la escasez de piezas de suficiente grosor, debido a su crecimiento muy lento, limita su uso. 

ASISTENTES: 23 
DISTANCIA: 11 kilómetros 
DESNIVEL: 600 metros 
DURACIÓN: 5 horas 15 minutos 

 La ciudad empieza a despertar del pequeño letargo nocturno, se van encendiendo los altavoces del ruido, se acelera el dispositivo de las prisas, se abren las compuertas de los humos...la maquinaria está bien engrasada, está servido el desayuno. 
Mientras tanto, unos cuantos peregrinos, devotos de las retamas y de los pinos, se enfundan su indumentaria de montaña, con la intención de pasar el día entorno a Rascafría paseándose por allí a lo largo de la mañana. Ante el retraso en la llegada de algunos participantes, ajeno a su voluntad y por un motivo de tráfico, hace que se inicie la marcha con los que ya llevaban un tiempo esperando, quedándose dos personas para acompañar a quienes llegasen más tarde. 
Por un sendero bien marcado y paralelo al curso del río Lozoya, se comienza la andadura bajo las sombras del pinar y con una agradable temperatura, lo que anima a avanzar hacia un árbol que tiene en su haber una historia de unos 1500 años. Es este un paraje agradable se dan cita tanto bañistas como paseantes, quieren aprovechar el frescor del agua y de la vegetación, particularmente, en estos días de tan duro calor. 
También para acercarse a testimonios de la Historia pues, además del mencionado Tejo Milenario, se puede visitar el Monasterio del Paular y el Puente del Perdón. Otros sitios conocidos son las Presillas y la Cascada del Purgatorio. Y, por último, recordar la orografía más cercana como son los Montes Carpetanos y la Sierra de Guadarrama. 
Esta ruta de finales de temporada, en la que de nuevo se unen los dos grupos de senderismo, tuvo en su desarrollo algunas improvisaciones, de la ruta y en los grupos, pero ya de vuelta se unificó todo y se llego al final juntos. Una vez allí, unos estiramientos musculares, un aperitivo y la comida en una terraza que puso colofón a la marcha del día. Si los trofeos se guardan en vitrinas, las sensaciones agradables y los buenos recuerdos, dentro de cada uno se miman. 

Tino 

martes, 20 de junio de 2017

Ruta 107 Zarzalejo


Zarzalejo es un municipio perteneciente a la Comunidad de Madrid, pequeño municipio situado en la Sierra Oeste de Madrid. En tiempos pasados lugar de recreo y descanso del monarca Felipe II, y cantera de la que se extrajo el granito con el que se levantó el Monasterio de San Lorenzo del Escorial, aportando también un buen número de canteros. En 1834 nació en la localidad el pintor Vicente Palmaroli, pintor de corte y director del Museo del Prado.

Zarzalejo se reparte en dos núcleos: arriba, el pueblo antiguo; abajo, la Estación, núcleo tradicionalmente conocido como Los Pajares. El primero, estructurado en torno a la Plaza de la Constitución y la iglesia, fue el primer emplazamiento escogido por Felipe II para construir el Monasterio del Escorial, dada la cercanía a las canteras de piedra de las laderas de las Machotas. La Estación es más reciente y en los últimos años ha tenido un crecimiento singular, con la construcción de numerosos chalés.

El nombre del pueblo se deriva de la gran cantidad de zarzas que pueblan el entorno. Los asentamientos humanos más antiguos parecen remontarse a la Edad del Bronce, de la que datan restos cerámicos decorados provenientes de la Machota Alta y las canteras de granito.

De la Calzada romana, situada en el límite oriental con el término del Escorial, sólo se pueden apreciar algunos tramos de esta vía. En los tramos que permanecen, se pueden apreciar grandes losas de piedra sobre el suelo y bloques puestos en pie para delimitar su anchura. Se cree que ésta podía unir con la Calzada Romana conocida como Vía Antenina que se extendía entre Titulcia y Segovia.



ASISTENTES: 23

DISTANCIA: 6 kilómetros

DESNIVEL: 300 metros

DURACIÓN: 2 horas 45 minutos





A Zarzalejo, desde las 09:00h, van acudiendo tanto caminantes del grupo senderista de los miércoles como de los jueves. Hoy es un encuentro en común para hacer una pequeña marcha, el día es muy caluroso, por las cercanías de la zona de Las Machotas. Posteriormente, se celebra una barbacoa con las típicas viandas que tan gustosas son y que después habrá que contemplar sus efectos secundarios, vía colesterol, pero que de vez en cuando no van a hacer daño.


En esta ruta, el grupo y los habituales guías, como ya se ha hecho en alguna otra ocasión, son "guiados" por el sherpa local, sherpa no en su acepción de porteador, pues no llevó ni mochila, sino como buen conocedor de esos caminos. Una vez callejeado un poco se coge un senderito, en suave ascenso, con amables sombras que, algo piadosas con los caminantes, se prestan a desafiar al sol, convirtiendo sus calurosos rayos en gratificantes tunelillos por los que transitar bien protegidos.



El sendero serpentea por la ladera como reptando hasta el Collado de Entrecabezas donde hay una fuente homónima al collado y en la que se hace una pequeña parada para descargarse, en todo lo posible, del calor que se ha ido paseando cual si fuera otra mochila, polizón que se ha colado sin estar invitado. Desde aquí hubo quienes avanzan un poco para, desde la altura, echar un vistazo al Monasterio y pueblo del Escorial, crisol de historias y emblema de un pasado, propiedad de todos y de nadie, tal vez de la propia Historia.



Reagrupados, en descenso, se van salvando algunas ramas que puedan dar en la cabeza y evitar tropezar con alguna que otra piedra. En las ocasiones que se sale de esa sombrilla de hojas verdes se vuelve a probar la efectividad de la crema solar bien extendida por la piel, es un día de calor, hasta el propio sol se queja de la temperatura tan alta.

A medida que se va acabando la ruta va aumentando el apetito por tomar esas sabrosas tortillas camperas, las carnes a la parrilla, los aperitivos que tanto acompañan, los postres caseros, la fruta fresca, el vino fresco, la cerveza fría, zumos variados...¿qué falta?...ya, un buen baño en la piscina, alguna partida de Mus, el café en amena compañía y rememorar también las marchas hechas a lo largo de la temporada.



Todo este disfrute se pudo dar gracias a la hospitalidad de Mariluz, a las buenas manos con la barbacoa de Juanjo y Mariano, y, a las compras de Jesús. Por supuesto a la participación de Julia, Agustín y la de todos los que colaboraron con sus aportaciones para que se pudiese llevar a cabo esta fantástica reunión.



¡¡Muchísimas gracias a todos por vuestra dedicación y esfuerzo!!



                                              
                                                                                                                                 Tino.


lunes, 12 de junio de 2017

Ruta 106 Puente de la Cantina - Puerto de Cotos



El puente de la Cantina también es conocido por puente de los Mosquitos o puente de la Canaleja, el lugar aparece en los mapas topográficos como La Canaleja. Ahí se encuentra la fuente del Peñón conocida también como fuente de la Canaleja. Desde esta fuente y subiendo por la Vereda de la Canaleja se llega hasta el camino viejo del Paular que pasa por el Puerto de Cotos.

Este puente, de arco único de medio punto, fue construido en la misma época que el camino trazado por Juan de Villanueva, en 1778, por orden de Carlos III para unir la Corte con el palacio de San Ildefonso, terminado bajo el reinado de Carlos IV. Por él bajaban los  carros, con vino de Navalcarnero y Arganda, que descansaban en la venta de la Cantina camino de La Granja y Segovia.

En este punto termina el camino de las Pesquerías Reales que transita la orilla izquierda del río Eresma. La senda se construyó por mandato de Carlos III, entre 1767-1769, para disfrute de la realeza. Un singular recorrido de unos 10 kilómetros, aproximadamente, entre el puente de la Cantina y el puente de Segovia o puente de Santa Cecilia.

ASISTENTES: 16

DISTANCIA: 12 kilómetros

DESNIVEL: 550 metros

DURACIÓN: 4 horas 30 minutos

Si muchos comienzos de ruta son buenos, amables, este también, pues empezando a caminar junto al frescor y la corriente de un río cantarín, no menos que los pájaros residentes allí, siguiendo un senderito bien definido entre árboles, quizá pinos silvestres, piñoneros, resineros...a la sombra de la quietud de sus ramas, hablando con quien también te habla, pasando la vista por un panorama natural, sintiendo cómo todo el entorno se despereza tras una agradable noche, ciertamente, es un comienzo ideal.



La mañana se abría paso entre ramificaciones cubiertas de hojas verdes, el sol estaba contento, decía que se veía muy luminoso reflejándose en los remolinos de agua que hacía el río en su descenso. Trinos de aves en un "déjame que te amenice yo con mis gorjeos, ¡los estoy ensayando a diario! pruebo, corrijo y, entre canto y canto, me entretengo y te acompaño". Este ambiente parece que invita a coger la batuta y, desde una pequeña atalaya dirigir una armoniosa combinación de sonidos y que, a veces, el silencio es la nota que también tiene que aparecer, para resaltar esa placentera sinfonía.



Por el camino, algunos zigzagueos, pequeñas subidas y bajadas, llanitos entre hierbas y alguna piedra, van sintiendo los pasos de los caminantes que, en ordenada fila de a uno también zigzaguean, suben y bajan, llanean hacia su bienandanza. Durante un trecho se rompe este idilio, pues se llega a una zona de asfalto, en plena naturaleza pero, con perseverancia y permisividad, se supera sin que haga falta cerrar los ojos o mirar para atrás.

Después, un giro a la derecha, camino viejo del Paular, muchas historias que contar, la pista se empina hacia arriba, eso sí, se sigue entre árboles que miran hacia altas simas, pero con las raíces en los sueños de los que, en ese momento, son los dueños de la fantasía, al menos en este día.



Puerto de los Cotos, mitad del camino, con su historia y rodeado de cimas que merecen los votos más significativos, invita a un descanso pausado para el bocadillo y algún que otro trago de agua que hidrata y recupera el líquido perdido en la caminata. Con un buen acomodo entre algo de vegetación y mucha calma, el tiempo parece sestear, se hace un poco cómplice de ese bienestar, hasta tal punto de tener que negociar quién se mueve primero, si el que está descansando o el minutero.

Con más pereza que deseo, se retoma el camino de vuelta, durante un tramo por donde se ha subido para, después, discurrir por una senda o sendero diferente al del principio, casi todo el trayecto bien protegidos al moverse por zona de umbría, con una suave sensación de frescura, dándose por terminada una marcha bastante gratificante al soslayar, durante unas horas, esas altas temperaturas que llegan a ser sofocantes.


                                               

                                                                                                                                 Tino