lunes, 27 de febrero de 2017

Ruta 93 Puente de los Pollos (23/02/2017)

El circo de la Pedriza, como escenario donde se mueven entre bambalinas tanto la Tortuga, como el Pájaro, el Caracol, las Torres, el Cáliz, el Monje o la Calavera, entre otros muchos, cada mañana se preparan para recibir y agradar a sus visitantes, ocupando su puesto después de haberse dado los buenos días y preguntarse qué tal ha ido la noche.

Hoy el sol se había vestido de luces pero las nubes no estaban, no estaban porque no sabían qué ponerse, si de lunares o cambiar, por un día, al mantón de manila. Por la noche todos los astros irán de blanco, para que el Elefantito no tenga miedo y que las chicas cautivas, a su novio amante, le den un beso pequeñito, pero de encanto. El aire apenas se siente, se está hinchando los pulmones en lo alto de la Sierra, para acariciar las estrellas por si, con la puesta de sol, alguna baja su estela. El agua de los arroyos se lava la cara para estar guapa cuando algún visitante venga a verla, también ensaya a custodiar los sueños de quien, sentado a su vera, le cuente cómo se siente cuando se espera una compañía que anhela. 

Paisaje en la Pedriza
Si la ciudad de Madrid está orgullosa con sus cuatro torres, la Pedriza no menos con las que dividen su jardín de la Cuerda Larga, son más esbeltas, elegantes y están más altas, alicatadas en granito y con vistas al cielo. Las rocas van amasando nuevas formas, ya de animales, ya de posibles coplas, que cuenten más historias de bandoleros, de montañeros... pero ante todo, de amores entre cristianas/os y extranjeras/os o, tal vez, de alguna pastora, que espere a su arcipreste a que vaya a amarla en buena hora. La fantasía es consustancial a este entorno, sin ella faltaría esa dosis de misterios, de ensueños y de alegría.




Asistentes: 28 
Distancia: 10 kilómetros 
Desnivel: 600 metros 
Duración: 5 horas 

Sendero
En una mañana tamizada con carboncillo gris, como si desde una paleta de pintor se tratara, se empiezan a dar pinceladas de vivos colores, que definen figuras humanas dispuestas a la aventura de transitar por unas rocas de un universo particular, formaciones de arquitectura natural, los planos están dibujados en las entrañas del tiempo, se confeccionan tras muchos años de historia y otros tantos de sedimentos. 

Puente de los Pollos
Viejos conocidos, y alguno nuevo, se encaminan hacia el puente de madera que, como si agitara la bandera de salida, ve cómo el grupo se orienta hacia su izquierda para empezar a remontar, suave pero constantemente durante algo más de dos kilómetros, hacia la zona del Cancho de los Muertos, más certeramente al Collado Cabrón, se querría evitar la malsonancia, pero se impone llamar a los sitios por su nombre. Una vez en este remanso, quienes han llegado primero, emplean el tiempo para descansar y charlar un poco, haciendo tiempo, los más rezagados también se recuperaran de su esfuerzo. De nuevo en marcha hacia el destino de la ruta, antes se hace alguna parada no
El Pajarito
menos relevante, es inevitable testimoniar que se ha visto el Pájaro o el Elefante, con un buen arsenal de fotografías, propias y colectivas, se alcanzan los Llanillos -algo a la izquierda de la marcha han ido quedando la Campana, el Carro del Diablo o el Pajarito- donde una vez reagrupados, se toma el bocadillo. Saliéndose de la senda que se volverá a retomar, se va hacia el Puente de los Pollos, arco en piedra al que hay que remontar con todo el regocijo de haber conseguido el objetivo propuesto. Trepada de casi todos los caminantes hacia ese arco que, si no del Triunfo de los Campos Elíseos franceses, tampoco desmerecía al menos por las expectativas y los momentos de disfrute de sus invitados. 
Cumplida esta cita, que quedará bien guardada en una cajita de recuerdos, se camina hasta alcanzar la confluencia de Cuatro Caminos, sí, es La Pedriza, así de chula, como la gran ciudad, también tiene sus encrucijadas de senderos. Comienzo de una virada y erosionada bajada hasta llegar a la altura del refugio Giner de los Ríos, después del Chozo Kindelan y llegar, por último, a Canto Cochino, punto de inicio al que se vuelve con la mochila medio vacía, pero con la experiencia de haber hecho toda una tesina en el goce de una, muy exclusiva e idiosincrática, parte de la Naturaleza. Los participantes que tenían clase se encaminan hacia la UAM y los que no al pueblo de Soto del Real a comer. 
 

Tino 

TRACK

lunes, 20 de febrero de 2017

Ruta 92 Marcha Álamos Blancos (16/02/2017)

Embalse de la Jarosa
El Cerro de los Álamos Blancos estaba ocupado por la posición republicana del mismo nombre, asciende desde La Jarosa al Cerro de la Salamanca por la loma del Cerro del Cebo de los Lobos. Estaba enfrentada a las posiciones nacionales de Cabeza Líjar, Loma de Falange y Loma de Requetés. Las intenciones del ejército nacional fueron tomar el camino más directo a Madrid, por la carretera de La Coruña, es de suponer que conquistar la posición Álamos Blancos carecía de interés. Éste es un recinto cerrado por muros y berrocales, contenía en su seno los distintos puestos y creaba una interesante plaza fuerte elevada. El conjunto quedaba realzado por el entorno natural en el que se erigió, un interesante cerro cubierto por álamos temblones. En el plano militar cabe resaltar el intermitente muro que cierra la posición, especialmente en la esquina noroeste, lo mismo que los puestos de tirador parapetados que cubren la esquina noreste hacia Cabeza Líjar y dos nidos de ametralladora, uno cubre la esquina sureste y el otro las elevaciones que dominan la esquina suroeste del recinto.

 - Asistentes: 17 
- Distancia: 10 kilómetros 
- Desnivel: 350 metros 
- Duración: 3horas y 15 minutos 

Arbol singular
En una media anochecida mañana, un rayo de luz se filtra como testigo de un amanecer que, en el trascurso del día, impondrá su ley con un relajado y complaciente sol. A las diez menos cuarto de la mañana, envueltos en una blanca y húmeda cortina de vapor, los senderistas de hoy se van diluyendo por una pista que, más adelante, dejarán para que vayan emergiendo sus siluetas por otra pista que se desvía a su izquierda, una vez disipada su brumosa acompañante la niebla.

Desvelado el misterio que envolvía el paisaje, se van dando forma a los agradables estímulos que acompañaban en el anonimato y en la soledad, con sus sonidos y colores, si no distintos a los habituales, sí como con la sensación de haber emergido de la chistera de un mago. De la misma manera que aparecen, como piezas de un juego infantil, un reducido grupo de ponis. Parecía un anacronismo esta escena, habituados a verlos en otros ambientes, pero no, no pueden desentonar nunca unos caballitos en medio de la naturaleza, en medio de su propio medio, en todo momento lo que despertaron fue
Manada de ponis
sorpresa e ilusión, amplias sonrisas y un arremolinamiento a su alrededor. Por este mismo lugar se ve un árbol cuyo tronco hizo falta tres personas con los brazos abiertos, entrelazando las manos, para poder rodearlo.

Avanzando el camino se llega al Arroyo de la Chorrera que no presenta mayor dificultad su paso, continuando por la pista se alcanza la pradera de la Pinosilla, rodeada de unos árboles de los que algunos pueden tener hasta doscientos años, donde se gira levemente a la derecha para, superando un no muy pronunciado desnivel, se orienta la marcha hacia el cerro de los Álamos Blancos, punto de destino de esta marcha. Si anteriormente ya se había visto y visitado los restos de una construcción de la pasada Guerra Civil, ahora hay
Pequeño belén
más cantidad de ellos situados en un alto y algo tapados por la vegetación. Al igual que en el alto de Peña Pintada -La Barranca- se pudo ver un pequeño belén en el vano de unas rocas, aquí también había otro de similares características. 

En este alto se toma el bocadillo, un pequeño descanso, fotografías y vuelta al punto de partida. Como el día está ya despejado, se puede acercar con la vista las montañas limítrofes, aún enharinadas en sus altos, también se puede divisar el almacenamiento de agua para la ciudad en dos pantanos bien definidos a pesar de la distancia. Termina la marcha en el mismo Puerto del León, después de un suave recorrido lo mismo que de un desnivel tampoco nada exigente. Parte del grupo, al tener que ir a clase, decide marcharse a la Universidad mientras que otra parte se queda allí para tomarse una sabrosa y caliente comida de menú. 

Tino

domingo, 12 de febrero de 2017

Ruta 91 Senda del Agua (La Barranca)


Panoramica de la ruta
El Valle de la Barranca es un valle de montaña situado a las faldas de la Bola del Mundo -Alto de Guarramillas- y La Maliciosa, en la Sierra de Guadarrama, perteneciente al Sistema Central. Administrativamente está dentro de los términos municipales de Navacerrada y Becerril de la Sierra, en el noroeste de la Comunidad de Madrid. En él hay un espeso bosque de pino silvestre por el que discurre el río Navacerrada, afluente del río Manzanares, remansado en dos pequeñas presas y que desemboca en el embalse de Navacerrada. Desde el punto de vista montañero hay varias ascensiones que se pueden emprender desde la Barranca, siendo la más conocida la que llega a La Maliciosa, con casi 1.000 m de desnivel, hay quien le llama el kilómetro vertical. En las paredes del Peñotillo, o falsa Maliciosa, y en la Cara Norte de la Maliciosa, se encuentran vías de ascenso, en roca de gran calidad, que están frecuentemente practicadas por escaladores de la zona y de Madrid dada su proximidad.
 
Asistentes: 14 y Boss (mascota del grupo en este día)

Kilómetros: 11 aproximados

Desnivel: 570 metros

Duración: 4 horas 45 minutos



Es temprano, el río Navacerrada ya está despierto dando tiritones en su curso, mientras, la nieve aún dormita antes de hacerse hielo, apenas se oyen cantos de pájaros, acurrucados en los árboles, se hacen un ovillo para guardar el calor, para no sentir el frío, las ramas parecen dar brazadas, para desentumecerse de la noche y coger temperatura, las montañas cercanas, algo encogidas, dan la sensación de invitar a que se les haga compañía.

Es una mañana de invierno, clareada, con pequeños cercos de nieve en espuma o con alfombras de hielo. El aparcamiento pasa de estar vacío a medio ocupado por los senderistas de Aepuma los jueves. Bastones, getres (guetres/ polainas), guantes y gorros de Thinsulate (aislante térmico), cortavientos y botas con Gore-Tex (membrana impermeable y transpirable), mochila con o sin seta superior, todo ello, entre otros imprescindibles elementos, son el equipo necesario a modo de armadura medieval para este tipo de singladura.

Superado un tramo de pista forestal se llega a la laborera senda Ortiz, senda amiga porque guarece del frío y del calor al visitante, con sus dos arroyos que la atraviesan dando color al paisaje y a los sentidos, es amiga por las vistas que ofrece, con sus típicos subibajas, sus característicos serpenteos, amiga por su fauna y vegetación, amiga también por su fácil caminar. Al final de su recorrido sitúa al senderista en una pradera donde estuvo un hospital del que ya solamente queda el recuerdo y hasta el que llegaba agua canalizada, por una tubería, y que será parte del recorrido, en sendero, que se hará en esta marcha.

Desde esta explanada y por pista forestal se llega hasta al mirador de las Canchas para desde ahí coger el mencionado sendero de la Tubería, o Senda del Agua o, incluso, de las Cabrillas por ir en paralelo a un cordal montañoso con ese nombre. Si la senda Ortiz tiene un atractivo particular, esta otra, parecida en sus características, pero por su diferente ubicación, tiene su propio encanto, dado que se va tuteando con unas seductoras crestas de montaña y que despiertan una cierta pasión a los montañeros que circundan por sus alrededores, de manera que, inevitablemente, trepan y destrepan sus costados como ejercicio de superación y satisfacción.

Boss vigilando que nadie se pierda
El día fue de los que se pueden envolver en papel de regalo, con la certeza de que va a gustar a quien lo reciba, pero como las jornadas anteriores fueron de lluvia, nieve y fuerte viento frío, el piso tan pronto estaba cubierto de nieve, como de resbaladizo hielo o agua que discurría camino de algún arroyo, todo ello hacía que hubiese tramos donde el caminar fuese con riesgo de caída. El grupo fue muy pendiente de esta circunstancia y, con una elogiosa precaución, fue avanzando ordenadamente tanto por la parte de suave y constante subida como en la que se hace un descenso más acusado y que requería poner más destreza en su tránsito. En el punto más alto del recorrido, correspondiente a las cercanías al montículo denominado de Emburriaderos, se hace el ritual descanso para tomar el bocadillo y aprovechar para "tomar" también un poco el sol que, aunque estuvo presente en todo momento, aquí al ser una zona sin arboleda y de altura, casi era posible recostarse un poquito en él para echar una cabezada.

Una vez hecho el descenso y libres de los riesgos del hielo, se opta por atrochar siguiendo un ruta de pequeño recorrido, en lugar de por la pista forestal, hasta que ya se retoma ésta a poca distancia del final de la marcha.

Bromeando, se dice que se llegó a la meta justo con las campanadas del reloj, siendo las dos del mediodía y que era la hora que se había propuesto como final del recorrido.

Así como se hizo in situ, no queda más que volver a agradecer, a todos y cada uno de los componentes del grupo, su participación y paciencia dadas las circunstancias ya mencionadas. Gracias.



                                                                                                                                 Tino

domingo, 5 de febrero de 2017

Ruta 90 La Perdiguera con nieve



La Perdiguera
La Perdiguera es un pico de la Sierra de Guadarrama, tiene una altura de 1862 metros, dentro de la Cuerda de la Morcuera es la segunda montaña más alta tras La Najarra (2120m). Pertenece al término municipal de Bustarviejo. En sus laderas predominan los bosques de pino silvestre y, en las zonas más bajas, los de roble.

A este pico se puede acceder tanto desde el Puerto de la Morcuera, por la GR10 girando a la derecha a unos 3kms para ir paralelo a la alambrada que llega prácticamente hasta la antena de radio y el vértice geodésico, como desde el de Canencia, cogiendo la pista que sale a la izquierda a la altura del Hornillo y que lleva hasta Prado Toril, pasando antes al otro lado de la alambrada para llegar al alto después de remontar el cortafuegos. En ambos casos, con un ritmo de marcha tranquilo, se puede hacer la subida sin mayores dificultades. Con días despejados hay unas fantásticas vistas  de la zona de La Pedriza, de la Cuerda Larga -con la cercanía de La Najarra- y de Peñalara.


En la plomiza mañana del día 2 de febrero de 2017, se juntan inicialmente en el aparcamiento de la Fuente del Cura (Miraflores de la Sierra) 12 componentes de los jueves senderismo (AEPUMA), para contrastar la información recibida sobre las dificultades en subir con el coche al Puerto de la Morcuera. Como no parece haberlas en su inicio se decide continuar y se comprueba que se pudo llegar sin ningún tipo de problema, únicamente alguna placa de hielo en la zona de aparcamiento donde se dejaron los coches.

Pista forestal
Desde este punto y siguiendo durante unos kilómetros la pista forestal que está marcada como parte de ruta de Gran Recorrido (marcas rojas y blancas), al igual que como ruta de Pequeño Recorrido (marcas amarillas y blancas), y dejando a la izquierda de la marcha el desvío al refugio de La Majada del Cojo, se llega a una barrera con alambrada donde se gira a la derecha para, desde aquí, ir en un continuo pero suave ascenso hacia el Pico de La Perdiguera.

El azul del cielo está oculto tras una gris y húmeda capa de niebla que, aún queriendo ser amiga y dando a entender que no había que temerla, no deja de ser objeto de casi continuas miradas, para ver cuál va a ser su comportamiento y qué podría ocultar. El viento, de vez en cuando, la agita y hace que, pareciendo algo molesta, tuviese que dejar de observar a los caminantes y desplazarse entre los árboles
Senderistas en fila de uno
donde se arremolina como negándose a irse de allí.

Las pisadas son lo mismo por nieve blanda, que por nieve dura, sin descartar algún cerco de barro por haberse diluido ya la capa blanca que cubría el terreno. Se da algún necesario equilibrio, después de pequeños resbalones, demostrándose que se tienen años pero que aún se está en forma. Cubiertos con varias capas de ropa, tanto de abrigo como impermeables, en colores bien visibles, se discurre en fila, para aprovechar las pisadas precedentes, dándose la típica imagen de seguimiento y avance describiendo pequeñas curvas como si se fuesen salvando obstáculos para no darse con ellos. Sí se pasa por zonas de caza con puestos señalizados donde se
Puesto de cazadores
ocultan los cazadores para poder sorprender a sus presas.

La nieve, para caminar sobre ella, parece como que se cobra un pequeño peaje, haciendo que el avanzar sea más fatigoso pero que, antes o después, no se le va a tener en cuenta porque, de antemano, ofrece esa enorme gratificación a la vista, y a los sentidos, como es el de las galas  que da a la naturaleza con su presencia al vestirla toda de blanco. Como si de un cincel se tratara, las botas ya bastante húmedas, iban surcando el camino, dejando la huella temporal de haber estado allí, de caminar sobre una acogedora capa de nieve que, aún cuando se diluya y se borre ese rastro, quedará registrado en su libro de visitas quiénes le acompañaron en ese día.

Al tratarse de una jornada fría, con ligera llovizna y de un transitar algo fatigoso, antes de llegar a la cima, se hicieron dos grupos donde uno se quedó reponiendo fuerzas para después volverse y otro que se acercó al Pico donde también tomó el bocadillo para acto seguido descender y juntarse con el resto del grupo. Se anduvieron unos 11kms, con un desnivel de 300m y una duración de 4 horas y 15 minutos. Ya de vuelta al pueblo de Miraflores de la Sierra, una vez recuperada la temperatura basal, se hace una reposición de fuerzas con un apetecible y sustancioso menú.



                                                                                                                                  Tino