martes, 4 de abril de 2017

Ruta 98 Los Barracones de Bustarviejo (30/03/2017)

El destacamento penal de Bustarviejo, una pequeña localidad del norte de Madrid, es una edificación como lugar de trabajo de los presos republicanos. Al final de un sendero de apenas un kilómetro y medio, que sale de la localidad, se llega a una dehesa donde está una estancia de piedra conocida en el lugar como Los Barracones, una estructura de planta rectangular con un patio central donde se alojaban los presos cuando no estaban trabajando. 
Por estas dependencias pasaron entre 1944 y 1952 una media anual de 100 presos, en concepto de redención de penas, que participaron en la obra de la línea férrea entre Madrid y Burgos construyendo dos túneles, un viaducto y una estación de tren ubicada en las afueras del pueblo. En total, para la construcción de esta línea férrea, se instalaron nueve destacamentos penales en el tramo comprendido entre las localidades madrileñas de Chamartín y Garganta de los Montes. 
Los restos existentes se pueden englobar en tres grupos: los relacionados con la vigilancia (complejo de barracones, patio y cuerpo de guardia: viviendas de los guardianes, garitas de vigilancia…), los relacionados con el trabajo y los relacionados con los familiares de los presos (que vivían en el destacamento, con comunicación limitada con los internos). Las casas de los familiares estaban instaladas en las colinas para que siempre estuviesen visibles desde el penal, de esta manera los presos al tener conciencia de su presencia no se escaparían y aceptarían las condiciones que se les impusieran. 
El destacamento penal ha sido reconvertido actualmente en un museo de la memoria. En 2009 y a través de una enmienda presentada a los Presupuestos Generales del Estado se destinaron 150.000 euros para la restauración del destacamento y de los edificios principales, se usaron las fotografías antiguas y testimonios para su rehabilitación. 

Asistentes: 27 
Distancia: 13 kilómetros 
Desnivel: 300 metros 
Duración: 4horas 30 minutos


La temperatura es suave como corresponde a una mañana de cielo abierto, abierto a las peticiones que le haga cualquier caminante que se ha dado cita para acompañarle en su concierto. Poco a poco se van juntando los participantes a una marcha suave, decir dulce sonaría a algo cursi, pero empezar caminando por un frondoso pinar, ir oyendo el cercano trinar de los pájaros a modo de eco, sentir el frescor de una cuidadosa brisa y poder perder la vista entre un enjambre de árboles bien alineados, distribuidos recordando las columnas de la Mezquita de Córdoba, probablemente aún así no es dulce, pero sí es seguro que almibara un poco las sensaciones personales. 
También en esta ocasión, un nutrido grupo de personas que gustan de caminar por la naturaleza, pasean su curiosidad por conocer, por saber de la historia, por compartir un tiempo de ocio aderezado con unas pizcas de compañía y otras de amenos diálogos, con cabida a los monólogos internos que a veces se ejercitan hasta con cierta pasión. La cercanía de una localidad con su cotidiana actividad y alguna poblada granja despierta la curiosidad y comentarios sobre la misma. Mientras, se va avanzando ya por una pista forestal abierta al horizonte y a las montañas cercanas que dibujan un paisaje perfectamente ondulado, perfectamente armonizado para distender las tensiones al posar la vista en cualquiera de ellas. 
Llegados al primer punto de visita previsto en la caminata, hay quien se aligera de la fraternal mochila para remontar alguna roca y disfrutar de una panorámica tan especial como la que ofrece un entorno casi diseñado por el mejor artista de la decoración. Desde allí se otea el horizonte con la misma intensidad que se mira ese efecto por descubrir y que apetece conservar en el recuerdo durante mucho tiempo. 
Cual si hubiese avisado el reloj del itinerario por completar, se emprende de nuevo la marcha hacia otro punto, si no de un excesivo interés, si de observar cómo es y cómo debió ser el desarrollo de una actividad de una mina de granito ubicada en por ese lugar. Lo que sí sucedió con total entrega fue la parada para reponer fuerzas tomando el bocadillo mientras se hacía un alto en el camino. 
Cumplida la primera mitad del recorrido, ya solo quedaba deshacer los andado, pero no lo disfrutado, pues esa sensación aún continuaba, para regresar al punto de origen, para volver a ver, desde el ángulo inverso, lo que se ha tenido la suerte de tener como un entorno agradable y que seguirá formando parte todavía de una compañía apetecible por sus particulares características. 

Tino

2 comentarios:

  1. En tu respuesta a mi comentario de la ruta de las Trincheras de la Jarosa, me emplazas a delimitar los “minutos Tino” y me felicitas por mi capacidad de asimilación. Respecto a lo segundo, como diría mi padre, no hay alumno malo si el profesor es bueno, o sea que ya sabes.
    Respecto a lo primero, ¡Qué decir de los “minutos Tino! Aparentemente debería de ser muy simple, pues sólo hay dos respuestas posibles: “20 minutillos” o “media horita”. Mosquean un poco esos diminutivos, ¿verdad? Yo los interpreto como formulas de cortesía, como quien dice “buenos días” o “como está usted”. “20 minutillos” bien podría ser, ¡un paseo muy agradable! “Media horita”, tiene más enjundia: el paseo sigue siendo agradable, pero requiere un “pequeñísimo esfuerzo” (se sobre entiende que en “unidades Tino de nivel de la ruta”. De estas hablaré más adelante). El diminutivo “illo”, ligado a unidades de tiempo, podéis asociarlo sin más, a algo relativamente ligero. Su función consiste, en insuflar moral y motivación al grupo. (¡Ojo! Ligado a unidades de longitud, “kilometrillo”, significa otra cosa). El diminutivo ito o ita, ya son palabras mayores. Podéis echaros a temblar. Cuando logre adivinar, por cuanto hay que multiplicar exactamente, ya os lo comunicaré. Mientras tanto yo lo asociaría a “esfuerzo extra”.
    Estos mismos diminutivos nos proporcionan información sobre lo que antes he llamado “unidades Tino de nivel de la ruta”, solo que significan justo lo contrario que en los “minutos Tino”: ruta “durilla”, quiere decir muy muy costosa o de gran esfuerzo; ruta tendidita”, relativamente ligera. Parece muy lioso, pero tiene su lógica.
    Como siempre, todo mi agradecimiento y cariño a nuestros guías, yo diría que por su gran esfuerzo, aunque quizás sea más preciso esfuercito o esfuercillo, depende (como dice Jarabe de Palo en su canción).

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    1. Leonor,
      muchas gracias por tus comentarios. Me ha divertido mucho la forma tan desenfada y animosa como los expones. Saludos y gracias de nuevo, Tino.

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