domingo, 30 de abril de 2017

Ruta 101 Loma del Noruego (27/04/2017)

Birger Sörensen, "El Noruego", había nacido en 1878 en Fredrikstad, dirigió en Madrid la sucursal de la empresa familiar Compañía de Maderas Sörensen Yakhelln y Cia, cuya central estaba en Barum, en Christiania, la región donde prácticamente se había inventado el esquí. 
Sörensen, que acudía con frecuencia a la sierra para supervisar sus pedidos de madera a la Sociedad Belga de los Pinares de El Paular, sintió tal simpatía por unos alumnos de la Institución Libre de Enseñanza que intentaban deslizarse por la nieve, que no sólo se prestó a iniciarles en los resbaladizos misterios del esquí, s
ino que él mismo les construyó las primeras tablas en sus talleres de la calle de Argumosa. En 1910, uno de sus alumnos más aventajados, Manuel González de Amezúa, presidía ya el Club Alpino Español. 
Ese mismo año, a los 32 de edad, Sörensen murió en Madrid de fiebres tifoideas. Hoy no lo recuerda ningún esquiador -tal vez porque lo que él hacía, deslizarse erguido, con los pies muy juntos y los brazos abiertos, sin bastones, y cargar una y otra vez con las pesadas tablas monte arriba, no se parecía en nada al actual esquí- pero ha quedado memoria de su origen en la que fue su cuesta favorita "la loma del Noruego", la que cae suavemente desde el alto de las Guarramillas hasta el puerto del Paular o de los Cotos. 

Asistentes: 11 
Distancia: 11 kilómetros 
Desnivel: 550 metros 
Duración: 4horas 15 minutos 

Hace frío, veintisiete de abril y hace frío, según el termómetro, tres grados bajo cero en el Puerto de Cotos, aún así once personas deciden afrontar juntas, no solo esta situación, sino la siguiente de temperaturas más bajas en el alto de Guarramillas o Bola del Mundo. 
Desde el aparcamiento el grupo empieza la subida que, casi sin descanso, va a tener que realizar en progresivo desnivel. Una cortina de gasa blanca, movida intermitentemente por el viento, envuelve y deja de hacerlo, en sus vaivenes, a los caminantes, produciendo imágenes tanto reales como fantaseadas, auténtico ilusionismo en un escenario natural. 
Algunos pequeños pinos parecía que se convertían en almendros o cerezos en flor, dado que estaban ribeteadas sus hojas con puntos blancos de nieve, semejando frutos por madurar. Pistas de esquí vacías, añorando a los invernales visitantes, muestran su superficie de tierra, sin nieve, como desnudas de sus bienes, pero evocando momentos de deporte y ocio, de trasiego entre los remontes y los descensos vertiginosos. 
Nubes como pompas de algodón y espuma, decoran un paisaje de luz, de color, de tonalidades tanto suaves como intensas, trasparentando huecos azules de cielo o de agua, apoyándose sobre las montañas, pareciendo también pesadas, a veces simulando llamas, otras envolviendo con fulgor unas antenas de radio, unos árboles, a personas e incluso sus sentimientos de devoción por un panorama que un día, junto a otros recuerdos, se acunarán en la seda de la ilusión. 
La senda es pedregosa, con cantos que son sinónimo del paso del tiempo, de parte de una historia, de tantas y tantas pisadas, de tantos alientos por superar, con esfuerzo, el trayecto que va de uno a otro puerto, enlace de unas a otras emblemáticas cimas, recreo y disfrute del amante a las cumbres que están cercanas a una gran ciudad, que no tiene mar, pero que lo compensa con el afán por las alturas y sus naturales deseos de superarlas, con un lento caminar. 
Ya en la parte más elevada de la ruta, el grupo se resguarda en el edificio que conforma la denominada "Bola del Mundo" para tomarse el bocadillo y, después de un descanso, unas fotos y, sobre todo, de gratificarse con el entorno más cercano y lejano, emprender el camino de vuelta pero ahora quitándose el traje de niebla para ponerse, durante un tiempo, el del frío de la altura y, después, el chaleco de los rayos solares que, aunque con un poco de retraso, aparecen con su brillo, alegría y ganas de complacer a unos huéspedes en tránsito del esfuerzo al del bienestar por haberlo hecho. 
Esta ha sido una marcha no muy extensa en kilómetros pero sí en la expectativa de lo que se quería ver y que, momentáneamente, no se alcanzaba a divisar, por viajar metidos en una espesa bruma, hasta que ésta decide levantar el vuelo y desvelar lo que había estado escondiendo, lo que había tenido guardado en sus manos para después, al abrirlas, dar la sorpresa con un paisaje que, una vez visto, dejaba boquiabierto, como se dice coloquialmente. 

Tino

5 comentarios:

  1. Con ese fondo y color de texto prácticamente no se puede leer desde un teléfono. No se desde un pc

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  2. Hola:
    Al final de la pagina hay un letrero en rojo (ver en version web) si pinchas ahi se puede ver y leer en el movil.

    Tino
    Con mal tiempo , te superas en la cronica de la ruta.
    Me ha resutado muy ameno leerla.

    Saludos

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  3. Paco,
    muchas gracias por tu comentario y me alegro que te hay gustado. Saludos , Tino

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  4. Después de leer tu relato breve no me queda más que unirme en el aplauso a todos los que “encaran una grave enfermedad” con ganas de vivir: enfermos y familiares de los enfermos. En nuestro grupo tenemos algún ejemplo de ello. Todo mi reconocimiento, admiración y cariño para ellos. Igual que ocurre en la obra de teatro que relatas, se acaban las charlas y confidencias que mantenemos mientras se anda, pero no su repercusión.
    Respecto a la ruta “la cortina de gasa blanca”, muy montañera, no restando sino añadiendo valor a la marcha (de vez en cuando apetece variar). Y “los pinos como almendros en flor”, preciosos sobre todo cuando salió el sol. Te he visto muy poético Tino, está claro que la montaña te inspira.

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    Respuestas
    1. Leonor,
      en esta historia breve estoy muy, muy implicado, de manera que la redacté desde la emoción, encubriendo situaciones y personajes reales porque, directamente, veía que me podía superar. Si he movido algún sentimiento, espero que haya sido para la esperanza y el positivismo, pues es donde yo quiero desenvolverme y lo que he querido transmitir. Gracias afectuosas por tus consideraciones.
      Después de tres marchas con niebla, de verdad, ya no sabía cómo, precisamente, evitar esa palabra, lo había hecho las veces anteriores y es que tuve que rebuscar, dentro de mi imaginación, cómo hacerlo de una manera metafórica, descriptiva o simbólica para poder narrarlo. Habitualmente consulto sinónimos de palabras pero, ya digo que, tres veces seguidas encontrarte con niebla y solamente mencionarla una vez, ha sido un esfuerzo suplementario de utilizar lo mismo bruma, que cortina de seda, que gasa, que interrupciones blancas, que...
      Por último, si en la bajada algo nos relajó, sirvió para gastar bromas y derrochar desenfado, fue la particularidad de las ramitas vestidas de blanco, por sí mismas eran auténtica poesía, solo quedaba mencionarlo.
      Te doy las gracias de nuevo por tu atención a situaciones de salud donde se que todos vamos en el mismo barco. Gracias, Tino.

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