lunes, 22 de enero de 2018

Ruta 126: Subida a Cabeza Arcón (18/01/18)

Documentación:

La villa de Bustarviejo es un municipio situado en la Sierra Norte de la Comunidad de Madrid, asentándose en las faldas de la Sierra de Guadarrama, en su vertiente meridional.
En otros tiempos villa rica y de gran importancia en la zona, fue perdiendo poder y prácticamente fue olvidado por los capitalinos, hasta que fue redescubierto como lugar de veraneo. Precisamente ese «olvido» fue el que le hizo conservar el carácter de pueblo serrano. Sin embargo, en las últimas décadas del s. XX, al igual que en gran parte de la Sierra, se vivió un auge en la construcción de chalés y pisos, esencialmente como segunda residencia.
El origen del nombre de Bustarviejo es desconocido. Según la teoría más extendida Bustar proviene del latín bos-stare («dehesa o pastizal de bueyes»), al igual que «bostar», palabra que sí aparece en el diccionario de la RAE y significa «boyera. Corral o establo donde se recogen los bueyes». El sufijo Viejo se refiere a los remotos orígenes del lugar, con presencia visigoda y romana. Es destacable que esta terminación forma parte de su nombre desde la repoblación que siguió a la Reconquista. En definitiva, Bustarviejo vendría a significar «antigua dehesa o pastizal de bueyes"
Los 57,29 km² convierten al término municipal bustareño en el cuarto más grande de la Sierra Norte y con una altitud de 1.222 m, es el cuarto pueblo más alto de la Sierra Norte y el quinto de la Comunidad de Madrid. A pesar de tener un término municipal bastante rico en manantiales, como demuestra la gran cantidad de fuentes que abundan en la zona, no es tierra de buenos ríos. La mayoría de los arroyos son torrenciales: caudalosos y violentos sólo en tiempo lluvioso o tras el deshielo. Pero al llegar el verano los caudales disminuyen drásticamente y muchos se secan.
La especie arbórea más extendida es el pino, procedente de diversas repoblaciones habidas entre principios y mediados del siglo XX.  El pinar más antiguo es el de la ladera de la Cabeza Arcón. La especie autóctona más abundante es el rebollo. Entre estos, también suelen crecer arces campestres, a los que en Bustarviejo se les llama «castañeteros» En la zona Este y Sudeste del término municipal, especialmente en el Macizo del Pendón, los árboles son prácticamente inexistentes. Por ello, las jaras dominan el paisaje pedregoso. Entre las distintas especies de matorrales que crecen en el municipio cabe destacar, además de la ya citada jara, el escaramujo, el endrino, el poleo, la malva y el romero entre otros.
Los mamíferos más abundantes son los jabalíes y los zorros. También se pueden encontrar conejos, liebres, tejones, ginetas, comadrejas, corzos, ardillas y erizos. Antiguamente era común la presencia de lobos en las montañas que rodean el municipio. Hoy en día tan solo se producen avistamientos puntuales aunque se empieza a extender su presencia desde Somosierra, donde en junio de 2010 se confirmó de forma oficial su presencia estable, quedando en la actualidad establecidos en los puertos de Canencia y de la Morcuera, el primero de los cuales está en el término municipal de Bustarviejo.
Tres especies de águilas habitan en el término: las águilas reales, las culebreras y las calzadas. De ellas, las dos últimas son las más frecuentes. También son frecuentes los ratoneros comunes, los aguiluchos, los halcones, lo alcotanes, los cernícalos, los gavilanes y los milanos.

(Información extraída de Wikipedia)


Datos Marcha:

Asistentes: 23
Distancia:  12 kilómetros       
Desnivel:   525 metros
Duración:  5 horas 40 minutos


Crónica:

Mañana tranquila, de invierno, sin prisas, ajena al traqueteo de la ciudad, el entorno se va desperezando, sus visitantes ya han llegado, la nieve y el hielo de días anteriores van tomado sitio, escaso viento, se está en zona de umbría, a pocos kilómetros espacio abierto, soleado, es donde se empieza una subida, que hará ir entrando en calor, que irá poniendo al grupo casi en línea, que se ajustará al esfuerzo de cada uno, pues quiere dejar buen recuerdo, quiere hacer posible otro encuentro futuro.
A buen ritmo, se va avanzando por el camino, tanto en tierra como en piedra, pero siempre con blanco de hielo o de  nieve y acercándose a la zona de pinar, de vegetación que algo protege y que siempre depura el ambiente. La altura va abriendo un horizonte que se ofrece como vecino, como amigo, como testigo de lo agradable, de lo apetecible, del disfrute, asequible al buen gusto, al pequeño capricho de lo sencillo, a la belleza de la realidad, a la naturaleza.
Llegados a un cruce de caminos se hace una pequeña parada, algunas fotos, se bebe agua, se aligera ropa de abrigo, se charla, mientras se espera a quien se retrasa. Todos agrupados de nuevo, se emprende el camino por un pequeño sendero, eso sí, los que llegaron después se toman su tiempo de fotos, agua, ropa de abrigo y charla. Al llegar a unas rocas que marcan un vacío, hay quien se aproxima para gozar aún más de lo ya visto, pero con la ayuda de ellas, parece todavía más bonito, facilitando formaciones en piedra particulares y curiosas, como cinceladas en otros tiempos, para regalar a la vista de algunas deidades.
Último tramo y ya está la cima a la vista, una vez en ella, hay quienes se sientan directamente a tomar el bocadillo, como quienes, cual aves, se mueven por las alturas, la ocasión lo merece, se vive doblemente, el estar allí y, a modo de un descubridor medieval, tomar posesión de la propia libertad en sentir el premio de un esfuerzo, de intentar alcanzar con las manos el áurea del sol o de algún empeño.
El camino de vuelta es más compacto, requiere solo dejarse llevar, como si se fuese a ritmo de vals, acompasadamente, aunque sea lento el caminar, se gana terreno fácilmente, bajar después de subir, es sinónimo de alcanzar la meta, de saber que ha pasado el tiempo justo de ir pensando en la siguiente entrega, a la oportunidad de visitar otra llanura u otra meseta, otro paisaje y otra armonía natural casi siempre algo inquieta, en su clima y en sus ofertas.


                                                                                                                                  Tino

Pequeño álbum fotográfico:






1 comentario:

  1. Preciosa ruta, como siemore, en la que además de disfrutar del paseo y de la nieve tumos ocasión de coronar una cunbre aunque fuese modesta. Eso siempre es un plus para el montañero.
    Personalmente me pareció un pelin larga a pesar de que los km no lo aparentan, pero nos obligó a llegar a Madrid pasadas las 16,30. Cuando haya clases vespertinas hay que cuidar el tiempo.
    Felicitar a Tino, también como siempre, por su buen hacer y por su paciencia con tantos y tan variados caminantes (incluso con uno "fantasma" que se sumó al grupo en la bajada").
    Nota final: el relato de hoy es a mi gusto de los más completos. Me hagustado, sí señor.

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