San Lorenzo del Escorial es un municipio de la provincia
de Madrid, situado en el noroeste de la región, en la vertiente suroriental de
la Sierra de Guadarrama, al pie del Monte Abantos y Las Machotas, a 47 kms de Madrid.
Recibe popularmente el nombre de El Escorial de Arriba, para diferenciarlo del
vecino pueblo de El Escorial, que, por su parte, es designado como El Escorial
de Abajo. El pueblo fue fundado en tiempos de Carlos III, en el siglo XVIII, y
constituido como municipio en el siglo XIX, cuando tuvo su primer alcalde.
Surgió como una escisión de El Escorial, donde Felipe II construyó a finales
del siglo XVI el Monasterio del Escorial y mediante la anexión de las fincas
colindantes, el Real Sitio del mismo nombre. En la parte segregada se encontraban
los principales edificios y parajes de este Real Sitio, incluido el Monasterio,
que en la actualidad se halla, por tanto, en el término de San Lorenzo del
Escorial.
El Monasterio y el Real Sitio fueron declarados
Patrimonio de la Humanidad por la Unesco el día 2 de noviembre de 1984, con la
denominación de «El Escorial, Monasterio y Sitio». Desde el 21 de junio
de 2006, su término se encuentra protegido por la Comunidad de Madrid como Bien
de Interés Cultural, en la categoría de Territorio Histórico o Sitio Histórico.
San Lorenzo del Escorial pertenece a la cuenca del río Guadarrama. Los
riachuelos que nacen en el monte Abantos (1753m) van a parar al Aulencia, el principal
afluente del Guadarrama, que nace en Las Machotas y atraviesa el vecino pueblo
del Escorial. Las primeras referencias históricas de este edificio datan del
año 1558, cuando Felipe II designó una comisión para que buscase un lugar
idóneo para su emplazamiento, integrada por arquitectos, médicos y canteros,
entre otros gremios. La primera piedra del Monasterio se puso el 23 de abril de
1563. Un año antes, Felipe II empezó a adquirir las tierras colindantes al
solar donde se iba a edificar el Monasterio, con la intención de crear un
territorio de realengo, denominado Real Sitio del Escorial, para usos
recreativos, cinegéticos y agropecuarios. Las obras duraron 21 años, a lo largo
de los cuales el entorno urbanístico y social del Escorial fue transformándose.
Durante la Guerra Civil (1936-1939), el pueblo se mantuvo en territorio leal al
Gobierno republicano y su nombre se cambió por el de «El Escorial de la
Sierra».
La Silla de Felipe II, donde, según la leyenda,
se sentaba el monarca para ver el avance de las obras del Monasterio, se cree
que, en realidad, fue un altar de ofrendas de los pobladores prerromanos de
cultura celta.
(Información extraída de Wikipedia)
Datos Marcha:
Asistentes: 18
Distancia: 11'600 kilómetros
Distancia: 11'600 kilómetros
Desnivel: 522 metros
Duración: 4 horas
Crónica:
Esta marcha, de principio a fin, va
tamizada de historia, de alguna leyenda mística, de didáctica sobre el
ecosistema, pero también de llaneos y de subidas, de mochila a la espalda, de
alguna nube a cuestas. Deslizando las botas por probables
paseos, lo mismo de un rey que de una reina, de un príncipe o una princesa, se
avanza por sendero y por senda, por pasados momentos de gloria y de alguna pena.
En ascenso fácil se llega a una
encrucijada, si a la derecha es en subida, si a la izquierda es en bajada, la
decisión está servida, si se sale a caminar con algún pequeño esfuerzo, lo
fácil para después, ahora es el momento de hacerlo. Ganando altura también se
gana en la visión de paisajes, en relieve, naturales, como diseñados por algún
mago, arquitecto de lo bello. Con paso lento, pero firme, se va ganando
terreno, aunque el grupo va algo estirado, algo distanciados unos de otros, no
se tarda tanto en superar ese desnivel para juntarse de nuevo en el Collado de
Entrecabezas donde se toma el bocadillo a la par que la ilusión que produce un
paisaje casi de cuento de los de "érase una vez una montaña..."
Después camino de vuelta hacia la denominada
silla en piedra de un antiguo monarca, obligada sesión de fotografías del
lugar, del grupo y de todo el entorno, camino también hacia una ermita y zonas
de paseo, hacia el monasterio lugar de principio y el fin de esta ruta, de esta
marcha, de una mañana con pronóstico de lluvia pero que, por suerte, no mojó
nada.
Tino
Tino
Pequeño álbum fotográfico:
El Collado de Entrecabezas, precioso. Qué bien que finalmente subieramos hasta allí. Mereció mucho la pena. Y encima no nos llovió. El cielo, también precioso, mezcla de nubarrones y claridades. Gracias tino.
ResponderEliminarLa conclusión que saco de tu relato: los recuerdos compartidos, son los más placenteros, y para colmo, “dejan una huella suave pero duradera en el tiempo”. Yo (no soy tan poética como tu, pero ya tengo muchos recuerdos y anécdotas de las rutas que hemos compartido, “cuyos pasos (nunca mejor dicho), van dibujando un pasado plácido”.
Leonor, me alegra mucho que disfrutarás de la marcha y el paisaje, a pesar del esfuerzo, pero estoy de acuerdo con que valió la pena. También me gratifica que te haya gustado la pequeña y simple historia del relato, siempre me digo que si a alguien le distrae el ratito que emplee en leer lo que pongo, me anima a seguir. Gracias por tu apoyo y comentarios.
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