domingo, 6 de noviembre de 2016

Ruta 79 La Herrería- Silla de Felipe II-La Horizontal

Andando, camino abierto, alrededor de un pueblo o pequeña ciudad, monumental, de testimonios relevantes y gloriosos, reyes y reinas, palacios, conquistas, batallas, barcos, guerras, victorias, derrotas, arcabuces de corto alcance, panteones con célebres huéspedes, órdenes religiosas de siempre. Las emociones no se resisten a percibir las variadas sensaciones que circundan un entorno cargado de historia. Andando, alrededor de un monasterio, donde el joven príncipe tenía aparte una estancia de recreo, jardines bien cuidados y, cerca, un no menos conocido monte de Abantos. 

Ermita de la Virgen de Gracia
Se empieza la marcha del 3 de noviembre, con 27 comensales, cuyo presente y futuro más cercano era recorrer unos 12 kilómetros, con 260 metros de desniveles, por caminos y calzadas, si no con mucho pasado sí bien cuidadas. Partiendo de la Calleja Larga y circundando el propio Monasterio del Escorial, se llega a atravesar la carretera que sube a la Cruz Verde, para hacer una primera parada en la Ermita de la Virgen de Gracia. Cumplida la sesión fotográfica, incluida la foto de familia, se remonta una pequeña subida, por sendero, hasta la Silla de Felipe II, cincelada en una roca y, a la que se dice, dicho rey iba para tener la mejor perspectiva en la construcción de la obra arquitectónica de Juan de Herrera, proyectada inicialmente por Juan Bautista de Toledo, del
El Monasterio desde la Silla de Felipe II
Monasterio del Escorial. Aquí también fotos a discreción y se emprende otra vez la ruta, con la salvedad de darse una escisión involuntaria de algunos miembros del grupo pues, recordando la conocida poesía de Rafael Alberti: "...por ir al Norte fue al Sur..." hubo quienes tomaron camino de las Machotas cuando se debía ir por la Senda Ecológica. 

Solucionada esta pequeña incidencia, se va avanzando por esa senda -que en otro tiempo fue una de las pruebas de Rallyes más conocidas y emblemáticas de la zona Centro- encontrándose con grupos de niños, junto a sus profesores/as, lo mismo sentados en el suelo coloreando en un cuaderno la silueta de un roble y la de un castaño, que acercándose a la cueva del Oso para
Cueva del Oso
curiosear en su interior, van recibiendo explicaciones de toda la flora y fauna del lugar, pasando por el rincón de la Hiedra, acercándose a un Tejo, a un Madroño o a la fuente de la Reina. Podría repararse en un pequeño contrasentido y es el de transitar sobre asfalto con la apelación de ecológico, quitar esta capa artificial y dejar el camino en arena sería más procedente, aunque, para algún nostálgico, se podría seguir conservando un antiguo hito kilométrico de granito, y de color amarillo en la parte superior, que sobrevive a un lado de la cuneta. Al final de esta senda se vuelve a desembocar en la misma carretera del comienzo, se atraviesa con la mayor atención y, al poco tiempo, se gira a la derecha para, en una pequeña pradera, detenerse a comer el bocadillo. 

Cumplida esta misión se camina de regreso al Escorial primero por la Senda Horizontal y después, metidos por el propio pueblo, entre calles se llega al punto donde se empezó la partida y a la que se vuelve tras unas cuatro horas de marcha. 


Fuente de la Reina
Desde el valle y mirando al horizonte se pueden describir, como si de dibujos infantiles se tratara, contornos de un paisaje suavizado, sin que falten esas montañas picudas o las en forma de seta achaparrada, ni unas nubes como copos de algodón flotando cual si alguien, desde arriba, las estuviese sujetando y moviendo a modo de marioneta con unos hilos invisibles, ni esos pájaros con sus alas extendidas como símbolo de lo aéreo y eterno, ni tampoco el sol como un pan redondo con destellos través de sus rayos. Contraste de colores, cálidos al amanecer y difuminados al caer la tarde, estímulos naturales al encuentro de los caminantes. 


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