El valle de
la Barranca, ya documentado en ocasiones anteriores, es hoy el lugar donde una
vez más se realizará la marcha semanal. Ya ha ofrecido la vivencia de Peña
Pintada, de la Senda del Agua y ahora de la Ventana. No olvidándose de la Senda
Ortiz, de las Cabrillas y de la emblemática fuente de la Campanilla antes o
después de la visita al Mirador de las Canchas.
Asistentes:
29
Distancia:
8'5 kilómetros
Desnivel:
600 metros
Duración:
3'30 horas
Son las
nueve y media de la mañana del día dos de marzo, mientras los medios de
comunicación compiten por ver quién es el mejor, en música o en noticias, se va
formando parte del grupo de senderismo de la UAM que sale los jueves. Después,
cuando hayan cumplido su experiencia de este día en la montaña, contaran algo
de lo acontecido y vivido con afecto, no será noticia, pero formará parte del
bagaje e historia personal de cada uno de ellos.
A la marcha
de hoy le acompaña un clima especial, por el cielo azul iban jugueteando unas
pequeñas nubes con forma de lacitos blancos, posándose por algunas esquinas de
ese firmamento que tenían a mano.
Superado un
tramo de pinar, más o menos llano, y después de haber cruzado un río, se
comienza una subida que es de concentración, atrás va quedando alguna que otra
preocupación, pero ahora se mira para arriba, se mira para abajo, se toma aire,
este esfuerzo, a pesar de todo, se hace con gusto, se hace con agrado, mientras
tanto se va avanzando. Podría pensarse que en la vida cotidiana, y más cuando
fue de plena actividad, se superaron unas cuestas mayores, muy difíciles y de
más esfuerzo, si entonces se salió airoso, ahora por qué no. Pequeño descanso y
de nuevo en ruta, la meta no se ve, pero se la imagina, será bienvenida y
gratificante, tanto para quien llega después como para quien lo ha hecho antes
incluso, como sucedió, para quienes en esta ocasión tuvieron que aplazarla, lo
conseguirán igualmente.
Hay espacios
de tiempo en los que el silencio se engalana con requiebros de trinos de
pájaros, los árboles solo respiran y miran, valoran la compañía que se les
hace, miran la tranquilidad, la quietud del aire pero, algo envidiosos,
empiezan a girar sus hojas verdes, para presumir de su ya visible primavera,
sus cargadas ramas serán las que con los próximos calores ensombrecerán el
camino para soslayar el tórrido calor.
En el
horizonte alguna montaña se contornea, presumida, coqueta, quiere que se la
mire también, que se le preste atención, quiere que no se olvide su espacio en
ese concierto de la Naturaleza, siente que como está distante no se le da
importancia, sin darse cuenta que siempre se irá camino hacia ella, que será la
meta última, normalmente la más anhelada.
No, no hay
olvido de los caminantes, a la postre protagonistas de esta historia, ellos con
su tesón y entrega describen las líneas que llevan directo a la pasión, al
encuentro con uno mismo en un ambiente distinto al habitual.
La Ventana |
Pasados unos
dos kilómetros de caminar, más en vertical que en horizontal, se llega a una
pequeña explanada donde hay quien decide reposar del esfuerzo y reponer
fuerzas, mientras otros caminantes, sin contar con los más andarines que ya
están llegando a lo alto, continúan la marcha después de remontar una graciable
roca, graciable porque impone un poco de respeto pero no asusta, se deja
llevar, ofrece alguna pequeña grieta y salientes de apoyo, para evitarse el
remordimiento de provocar alguna caída, quienes la superan, al ir alejándose,
la devuelven una mirada de amigo, de aprobación pues saben que a la vuelta se
portará igual si no mejor.
Caminando
por el roquedo hacia esa formación natural con forma de ventana, es como si se
acelerase el paso, no es que se quiera llegar primero, pero sí cuanto antes
para hacerse unas fotos, dentro, delante o detrás de ella, saludar a los que
allí están y contárselo a los que en otro momento vendrán. Cuál de todas las
ventanas es: la ventana al futuro, la de palacio, la de la catedral, la
indiscreta de Hitchcock, qué más da, que cada cual le asigne una función, ella
siempre estará dispuesta a recibir a todo aquel que quiera ir a acompañarla y
romper así, momentáneamente, su aislamiento.
La Maliciosa |
Ya solo va
quedando volver, con algo de cansancio, donde están los demás, bajar hacia la
fuente de la Campanilla y, tras un pequeño alto en el camino, volver al punto
de partida para echar, por el momento, la última mirada a un valle llamado de
La Barranca, tanto acogedor como recogido, hospitalario como amigo, que siempre
sonríe y agrada a través de la Maliciosa, Las Canchas y el alto de Navacerrada.
Como es habitual
hay quienes tienen que volver a clase y quienes se recogen en algún restaurante
para tomar un económico y apetitoso menú.
“ Podría pensarse que en la vida cotidiana, y más cuando fue de plena actividad, se superaron unas cuestas mayores, muy difíciles y de más esfuerzo, si entonces se salió airoso, ahora por qué no”
ResponderEliminarMe ha llamado la atención esta frase de tu crónica. Me recuerda un artículo de José Antonio Marina, en el que compara la actividad del alpinista, con los esfuerzos que hacemos a diario en nuestra vida y que él llama pequeños everest cotidianos. Según él, la meditación sobre el alpinismo, nos descubre una de las constantes de la motivación humana. Resumiendo mucho el tema, el dice que actuamos por dos grandes motivaciones: el bienestar y la superación. Cuando hemos alcanzado la meta del bienestar, nos parece como si otra mitad de nuestros deseos hubiera quedado insatisfecha. Tendemos a la comodidad e incomodidad, a la seguridad y al riesgo, a la rutina y a la innovación, al abandono y a la superación. Somos emprendedores irremediables, y necesitamos comprobar que somos capaces. Concluye aventurando que la felicidad se podría definir como la satisfacción armoniosa de las dos motivaciones: bienestar y superación. La síntesis entre serenidad y esfuerzo.
En definitiva, que los jueves podemos ser muy felices. (Je je je)
Leonor,
Eliminardebo reconocer mi ignorancia sobre el autor que mencionas, no lo conozco. Puedo decirte que en mi caso, y desde hace muchos años, cuando solo escribía para mí, ya utilizaba la comparación que he puesto en este artículo y que es la de que la vida es como una travesía de montaña, aconsejando que ante las dificultades cotidianas, se aplique el mismo sentido que cuando se va superando una fuerte cuesta, y no es otro que mirar hacia arriba para saber a dónde queremos llegar, qué dificultades tenemos que superar y que, tras el esfuerzo, está la meta, tanto en la montaña como en la vida cotidiana.
Ante las contraposiciones del autor que mencionas, concluyes que los jueves seamos felices, a lo que te doy mi incondicional apoyo, además creo que tenemos la gran ventaja de que al haber superado una buena parte de las dificultades en la vida, no todas, ahora, sin ser un planteamiento de disfrutar con el dolor, estaríamos en el camino de vuelta, por una vez que el esfuerzo se viva de una manera lúdica y no de forma dolorosa y acompañado de lamentos.
Saludos, Tino.
Tino nuevamente disfruto con la lectura de tu relatos, el del sendero y el del metro.
ResponderEliminarDe acuerdo con las motivaciones de bienestar, superación y el esfuerzo que hacemos al subir alguna de las dificultades que presenta el sendero, como dice Leo síntesis entre serenidad y esfuerzo.
A ser felices con nuestras marchas aunque a veces nos duelan los huesos, disfrutemos los jueves de la compañía, el camino y del menú si procede.
Miguel,
Eliminardisculpas de nuevo por este retraso mío en la respuesta, una vez más agradecido por tu apoyo a mis escritos, como ya te comenté, siempre revitaliza y anima recibir esa comprensión a una manifestación con sencillas intenciones literarias y que, además, sean del agrado de quien lo lee. Un cordial y agradecido saludo, Tino.