lunes, 9 de octubre de 2017

Ruta 115 Collado Quebrantaherraduras - El Tolmo (05/10/17)


El Castillo nuevo de Manzanares el Real es un palacio-fortaleza edificado en el siglo XV sobre una iglesia románico-mudéjar, que quedó integrada dentro de la estructura, diseñado con trazas gótico isabelinas y con influencias hispano-musulmanas  Sustituyó a un castillo anterior, que estaba situado en un enclave cercano.
Actualmente alberga un Centro de Interpretación sobre el Medievo, además de una colección de tapices, pinturas, armaduras y muebles de los siglos XVI a XIX. Fue declarado Monumento Histórico-Artístico en el año 1931. Es propiedad del Ducado del Infantado, si bien su administración y uso corresponde a la Dirección General de Turismo de la Comunidad de Madrid. Por último, destacar que Manzanares es la cuna de la Autonomía Madrileña, siendo su Castillo el emplazamiento elegido en 1982 para la celebración del acto de constitución de la Asamblea de Parlamentarios de Madrid y para el nombramiento de la ponencia redactora del Estatuto de Autonomía.
La Pedriza es un conjunto granítico de los más grandes de toda Europa situado en la vertiente sur de la sierra de Guadarrama, dentro del municipio de Manzanares el Real (Comunidad de Madrid). En ella se encontraron Pinturas Rupestres de forma casual en 1987, que están en El Abrigo de Los Aljibes finca particular. Se trata de unos paneles de pinturas de figuras antropomorfas ejecutadas con pigmento ocre rojizo parduzco. Datan de la Edad de Bronce avanzado y podrían oscilar entre el año 1400 y el 1200 a. C. y nos permiten conocer cómo fue la economía básica de aquellos tiempos, fundamentada en la agricultura, la ganadería y, tal vez, el intercambio de metal.
En La Pedriza hay un Punto de Información al Visitante, es un edificio situado nada más pasar la barrera que da entrada, dispone de folletos, mapas de rutas de la zona para consulta del visitante, recomendaciones para la visita etc.
 
ASISTENTES: 25

DISTANCIA: 11’500 kilómetros

DESNIVEL: 500 metros

DURACIÓN: 4 horas 30 minutos
  

Mañana de jueves en La Pedriza, las vacaciones del pasado verano en el álbum de los recuerdos, ahora equipo de senderista y dispuestos a engrosar la lista de asistentes a otra marcha, esta como entrenamiento, de las que poco a poco se harán el próximo invierno con mejor o peor tiempo.
Al encuadre, La Pedriza, hay que empezar por pedirle aquiescencia antes de hablar de ella, lo mismo que al escultor que la cinceló, corrientemente se diría que son palabras mayores esta manifestación de la naturaleza. Aunque son esculturas de granito parece que, al menos durante su formación en el taller del orfebre, fueron de una masa maleable, grácil y amable, para dejarse modelar y llegar a adquirir la forma que mantendrá desde entonces hasta el más allá.
Como invitados de honor, los caminantes de hoy se van dejando llevar, inicialmente, por un suave sendero que les alcanzará hasta un descansadero, rodeado de árboles cual centinelas protectores de quien por allí transita, por la parte de la Garganta de la Camorza. Hecha la visita anterior se vuelve un trecho por el mismo camino, ahora en bajada, nueva oportunidad de ir arropados otra vez por el agradable frescor de la jara, lo mismo que por la hospitalidad del Yelmo que, como si estuviese en la mejor sala de su casa, se le ve tranquilo, cómodo, relajado, apetece acompañarlo un corto espacio de tiempo para sentirse bien, pero cuidando de no perturbar ese bienestar. En poca distancia se hace un giro a la derecha para ir por un senderito, poco marcado pero no por ello menos atractivo, que va sorteando unos pinos a veces en línea a veces en círculo, hasta llegar a una pista ya más amplia en arena, blanca y casi en línea recta, paralela a la Senda de Quebrantaherraduras.
Si hasta aquí, por necesidad, se ha ido en formación de uno, ahora se transita más abiertos lo que facilita la charla y el contraste de opiniones, la sensación es la de no estar solos, como si fuese el patio de butacas de un teatro medieval, aflora la curiosidad de, con la mayor discreción, ir mirando a medida que se va avanzando, a derecha, a izquierda, hacia el fondo, sentir que apetece mimetizarse con ese mágico ambiente, que por unos momentos se hace uno un hueco para colocar la figura personal, entre tanto personaje de piedra, pero con toques de ser real.
A poco se pasa por la zona de aparcamiento de Canto Cochino hasta atravesar el arroyo por un puente de madera para girar un poco a la derecha y circular por la senda denominada "autopista" como nexo de unión de buena parte de La Pedriza. Paralelos al Arroyo de la Dehesilla, se va avanzando hasta ponerse a la altura del Refugio Giner de los Ríos, donde habiendo atravesado el arroyo por otro puente de madera, se toma la GR-10 que en progresivo ascenso pasa por El Tolmo, destino de la ruta de hoy pues, aunque se
pensó en la posibilidad de continuar hasta el Collado de la Dehesilla, se desechó por cuestión de tiempo para el regreso. A la sombra de esta mole granítica, pudiendo percibirlo como si fuese un yunque donde la naturaleza hubiese modelado alguna de las curiosas formaciones por allí circundantes, se toma el bocadillo, se hacen unas fotos y, tras un pequeño descanso, se hace el camino de regreso.
Antes de llegar a Canto Cochino y cogiendo un pequeño desvío en cuesta, se sube al Chozo Kindelan, construido por los hermanos del mismo apellido y que sirvió de refugio para los montañeros que pernoctaban por la zona hasta que se construyó el Giner de los Ríos. Hecha la visita  se emprende de nuevo la marcha utilizando  la Senda de Quebrantaherraduras hasta llegar a los coches.

                                                
                                                                                                                                  Tino

4 comentarios:

  1. Ruta y artículo muy trabajados y vividos. Ilustrativos, como siempre!
    RpN

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  2. Muy agradecido por tu comentario. Saludos, Tino.

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  3. La Pedriza, como dice Pablo Guerrero: "...aire que pule la dureza, la paciencia del agua." "... unión de opuestos, fuerzas en equilibrio imposible, vertical armonía"
    La parada del bocadillo, siempre da para encontrar y comentar formas curiosas: equilibrios "imposibles", formas de animales, rocas y paredes verticales, rocas solitarias, redondeadas, rocas amigas donde sentarse, intimidantes y misteriosas... Para todos los gustos. Muchos alicientes. Yo, nunca sé dónde estoy (para mi, siempre es igual y distinta), menos mal que nuestros guías si.

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  4. Leonor, no conocía esta frase del poeta/cantante extremeño Pablo Guerrero -si, como supongo, es a quien te refieres- en mi sentir, hablando de La Pedriza, lo mismo "la vertical armonía" que "la fantasía en el granito" van unidos, de la mano.
    En la línea de tu sentir, sobre el tiempo del bocadillo en el entorno de esta marcha, ya reflejé más arriba que apetece "mimetizarse" para, imaginariamente, sentir que se forma parte de esa maravilla.
    Muchísimas gracias por tu lectura y comentario a mis escritos, espero que te sigan motivando y continúes leyéndolos. Saludos, Tino.

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