Cercedilla es un municipio situado en la sierra
de Guadarrama, en el noroeste de la Comunidad de Madrid. El origen de
Cercedilla data de la época del Imperio Romano, hacia el siglo I después de Cristo,
cuando las Legiones imperiales seguían la ruta de la vía Antonina, de Titulcia
a Segovia, y se toparon con la región del Valle de la Fuenfría. Allí,
supuestamente, se establecieron y construyeron obras como las que hoy se
conservan. La más importante es la Calzada Romana que atraviesa el Puerto de la
Fuenfría y que hoy, a pesar del tiempo transcurrido, todavía es posible
transitar por ella, ya que se conserva una buena parte de la calzada en Las
Dehesas y en el citado puerto. Durante siglos la principal actividad económica
de Cercedilla y motivo de su bonanza económica fue su situación estratégica
junto a la Calzada Romana, a los pies del valle de la Fuenfría, esta
circunstancia convirtió a Cercedilla en un punto clave para el comercio entre
las dos mesetas al encontrarse en el paso a Segovia a través de la Sierra de
Guadarrama.
En siglos posteriores y tras la cultura romana,
otras civilizaciones dejaron huella a su paso. Así, en la época de los bárbaros
hubo un traslado de la población del entorno de la calzada hacia la umbría de
Siete Picos ya que se prefirió habitar la zona regada por el arroyo conocido
como Regato del Puerto y los linares en dirección a Camorritos. De la presencia
árabe no quedaron muchos restos aunque sí que hay referencias del paso de las
tropas musulmanas por el cercano Puerto de Tablada. La historia de Cercedilla
vuelve a ser relevante en la época de la Reconquista cristiana, tras la
definitiva conquista del territorio y la caída de Madrid en manos de Alfonso
VI, en 1065. Por aquel entonces, el paso de la Sierra tenía mucha importancia para
los segovianos por ser el camino que facilitaba su repoblación. Esta
repoblación dio lugar a un largo pleito por ver a quién pertenecían estas
tierras, si a Madrid o a Segovia. La contienda duró años y finalmente fue el
rey Alfonso X El Sabio quien decidió fundar el Real de Manzanares, con
Cercedilla dentro de él.
No es hasta el siglo XVI cuando aparece la
primera referencia directa a Cercedilla. El autor es Fernando Colón, quien cita
a Cercedilla en su Cosmografía -compuesta entre 1517 y 1523- como “lugar de
treinta vesynos”. El aumento constante del tránsito por la calzada de la
Fuenfría ocasionó que la población pronto creciera y, en el censo de 1530, los
vecinos que habitaban Cercedilla eran 122. Este paso de la Sierra se había
convertido en el recorrido obligado para las comitivas regias que se dirigían
de Madrid a Valsaín, donde Carlos V había edificado una caseta de caza que
Felipe II transformó en palacio en 1561.
Al comenzar la segunda mitad del siglo XVIII,
la población siguió creciendo durante algún tiempo, pero pronto se inició la
decadencia. Esto fue debido a la apertura de la nueva vía de Navacerrada en
1793, cuando reinaba Carlos III, ya que a partir de entonces las comitivas
reales hacia La Granja abandonaron la calzada de la Fuenfría. En 1799, sufrió
la primera reforma de importancia al integrarse a la provincia de Madrid,
abandonando así su secular adscripción a Guadalajara.
Fue en el siglo XIX (1888) cuando Cercedilla
volvió a tener relevancia. Por aquel entonces se inauguró el nuevo trazado
ferroviario de Villalba a Segovia, que tenía parada en Cercedilla, y esto
supuso una importancia para el desarrollo turístico del lugar.
Con el desarrollo turístico de la villa, a
principios del siglo XX, se comenzaron a realizar construcciones recreativas,
de refugio, y de tipo científico y se empezaron a potenciar actividades
alternativas como el alpinismo. Así, para el año 1900, Cercedilla ya contaba
con 1.187 habitantes y otros tantos residentes temporales, incluidas numerosas
personalidades como el Premio Nobel Santiago Ramón y Cajal, Joaquín Sorolla o
Eulogio Varela.
El 12 de julio de 1923 se inauguró, con la
asistencia de los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, el primer tramo del
ferrocarril eléctrico de vía estrecha del Guadarrama, que unía la estación de
Cercedilla con el puerto de Navacerrada, con los apeaderos de Camorritos y Siete
Picos, extendiéndose al Puerto de Cotos. Desde entonces, el Puerto de
Navacerrada inició su rápida expansión como centro recreativo de montaña y
Cercedilla comenzó a crecer como nueva actividad de turismo y sus actividades
derivadas.
(lnformación
extraida de Wikipedia y páginas www.cercedilla.es, y, www.verpueblos.com.)
ASISTENTES: 31
DISTANCIA: 12'500 kilómetros
DESNIVEL: 500 metros
En Camorritos, antiguo apeadero del trenecillo
que, renqueante y un poco escorado a la derecha, por la edad y por la cantidad
de sueños que ha transportado a lo largo del tiempo, y que remonta hasta el Puerto de
los Cotos, habiéndose recuperado, antes de nada, tomando un respiro en la
estación de Navacerrada, se comienza la ruta de hoy para el grupo de senderismo
de lo jueves. Grupo numeroso, variado, con ganas de andar, sin más, andar lo
que haga falta, quien va más deprisa por quien se queda atrás, pero andar, el
día lo merece, lo merece el lugar. Lugar cargado de historia, la más reciente y
la pasada, ambas con su punto de recuerdo, ambas con su anclaje en la memoria,
lugar también de senderos, de sendas, de calzada, de carretera, de botas
montañeras que protegen los pies, tobillos, rodillas, como fieles compañeras.
A pesar de ser un tiempo sin agua, un verde
luminoso acompaña, es zona de arboleda, aún se conserva entera, resistente al
desaliento, extiende sus ramas, cual guerrero medieval hace con su lanza,
desafiando al enemigo, combatiendo al presente y al furtivo, dando sombra como
buen abrigo. Un senderito inicial serpentea, con hierba joven en sus laderas,
protege el andar de los caminantes, les va guiando sin pérdida hasta el
siguiente destino, un camino que sube desde el pueblo, que fue marcado a base
de pasos, con la intención de subir a una zona como mirador, de lo más cercano
y de lo que está más lejano, después con nombre de literatos con el mérito
de los premios logrados.
Llegados al vallado del Herrén de Cebrián, a
poca distancia hay una bifurcación de caminos, la Vereda de Enmedio y la Vereda
Alta, ambas desembocan en la misma Senda que baja hasta Las Dehesas, desde
donde se sigue por la Calzada Romana primero y por la Carretera de la República
después.
Tras los pasos de aquellos ancestrales protagonistas
de nuestra historia, con el suelo ya fatigado por los años, se llega a otra
senda que se coge a la derecha para, a poco de transitarla, hacer el alto en el
camino, aquel del bocadillo. Cumplido este trámite, devocionario más que
administrativo, se retoma la marcha, ya toda en bajada o llaneando, el mayor
esfuerzo está hecho, ya es dejarse llevar con pasos firmes, pero también sin
más compromiso que el pasear el cuerpo, la mente, los proyectos, lejanos o
próximos...los deseos.
Mes de noviembre con un clima casi de zonas
templadas, parece que, cual ave migratoria y con un cierto despiste en su
calendario, quiere aferrarse a la manga corta y al refresco, dejando la sopa
caliente para otro momento. La temperatura, la claridad, la ausencia de nubes,
dieron paso a una mañana con la solemnidad de poder disfrutar, aunque un poco a
destiempo, del paisaje, de la marcha y de toda esta bondad.
Llegados al punto de inicio se hace la habitual
dispersión de quien va a clase, a casa o a tomar un económico menú como final
de la función.
Tino
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