sábado, 2 de julio de 2016

Ruta 69 En busca del tejo milenario

La descripción de la marcha como siempre realizada por nuestro cronista Tino.

Marcha al Tejo Milenario - Rascafría:

Ya nacida la mañana del día 30 de junio, habiendo quedado atrás la población de Rascafría y estando inmersos en un pinar de compacta vegetación, con mucha presencia de helechos, once conocidos o amigos o compañeros o...nueve hombres y dos mujeres...senderistas, acuerdan ponerse en marcha para embarcarse en una pequeña travesía que se superará con el tesón de la entrega a un empeño y el deseo de practicar una afición.

En esta ocasión hay valor un añadido, que es el de acercarse, si no a la eternidad, sí a un testigo tan longevo como el paso de más de mil quinientos años o, lo que es lo mismo, de haber vivido, compartido con la tierra, con el hombre, todos los acontecimientos habidos en ese dilatado espacio de tiempo, que aporta una particular expectativa al caminar hacia ese testimonio, como si de galopar a través de los siglos se tratase.

El comienzo de la marcha se hace desde un área de descanso y discurriendo por un sendero paralelo al decurso del arroyo de la Angostura que, como no podría ser de otra manera, su corriente de agua también se convierte en una corriente de recuerdos, para quien deja posar su pensamiento sobre su fresca y trasparente superficie, y que como un barquito de papel, con sus vaivenes y balanceos, llegará a un imaginario y buen puerto.
Presa del Pradillo

A la altura de un salto de agua, que produce la Presa del Pradillo, se hace el primer alto en el camino para contemplar esa pequeñita catarata que si no impresiona, como cualquier otra mayor, sí trastea produciendo unos remolinos y saltos de agua aprendices de trapecista sin red. Retomada la marcha al poco tiempo, ya por pista forestal, se va avanzando en una suave pero constante subida, cogiendo y dejando algún desvío, ahora quien iba delante se queda atrás, ahora los primeros esperan a los que vienen después, siempre en continuo  y regular caminar hasta ir acercándose al núcleo de la marcha que no es otro, además del propio ejercicio, que el de conocer a un protagonista
Tejo milenario
reflejado en libros, documentales, protegido por las leyes, no con historia sino que es la Historia misma: el Tejo Milenario de Balondillo (Varhondillo) junto al arroyo del mismo nombre.

Al acercarse es como si se acelerase el pulso, se pueden cerrar los ojos para sentir que se es un personaje de las Crónicas de Narnia, apareciendo en un bosque encantado, similarmente al cuento, este tipo de árbol, también guarda sus leyendas del bien y el mal y sus mitologías. Cristianos de otras épocas, pueblos Celtas y de otros orígenes, lo tomaron como símbolo de la eternidad, como símbolo de la vida o la muerte, como lugar sagrado de reunión a su alrededor. Una vez delante de él apetece preguntarle, que explique, que cuente, que …es solo un árbol, solamente, pero también, ¡nada más y nada menos! que un superviviente a duras inclemencias climatológicas, a pestes, a guerras, a desencuentros, bueno, igualmente partícipe de cambios, de esperanzas, de alegrías es, en definitiva, uno de los privilegiados compañeros de buena parte de la Historia.

Alguna leyenda irlandesa, proponía que para casarse con una doncella, era indispensable que el pretendiente le llevase, entre otros presentes, bayas carmesíes del tejo. Esta escena podría evocar también alguna otra de nuestro escritor sevillano Gustavo Adolfo Bécquer, que en la mística de alguna de sus leyendas, la hermosa dama se movía envuelta en la oscuridad de un paraje fantasmático y por la que su amante suspiraba hasta que conseguía un encuentro con ella.

A este árbol  la característica de tener como un racimo de troncos y estar muy cubierto de expandidas ramas y hojas, le confiere una imagen peculiar y diferenciada de la mayoría del resto de árboles. No es un ejemplar milenario único pues hay dispersos otros por la nuestra geografía.

Desde un aspecto jocoso y lúdico, también se puede mencionar el sentido de la expresión "tirar los tejos". El origen de esta expresión proviene de un antiguo juego llamado el tejo, que consistía en tirar un trozo de teja, caído de algún tejado, contra un palo de madera clavado en el suelo y cuyo objetivo era derribarlo. Como se jugaba al aire libre, parque u otro espacio abierto, y donde en las proximidades solía haber alguna chica, se generalizó que el chico, para ligar con ella, lo tiraba en sus cercanías y así tenía la oportunidad de aproximarse, al ir a recogerlo,  y entablar conversación con ella.
Peñalara al fondo

Volviendo a nuestro caminar, después de haber tomado un ligero menú de bocadillo, agua y algunos frutos secos, en el agradable remanso donde se ubica nuestro milenario árbol, se retoma la pista forestal de vuelta, teniendo que hacer una rectificación sobre el trayecto previsto, para que fuese más adaptado a las posibilidades de todos los caminantes, sin forzar un recorrido que entrañase algún riesgo. De esta manera, se va marchando, en algún tramo, paralelo a esa no menos mítica elevación que es Peñalara, adornada con alguna trencita blanca de nieve de la que no se quiere desprender a pesar del calor. Atrás van quedando también otros simbólicos arbustos o pequeños árboles como son los acebos.

El último tramo del recorrido, de unos aproximados 16 kms desde el comienzo, con subida y bajada acumulada de unos 500 m, se hace transitando por la RV-1 (Ruta Verde) y a la vez por la PR-25 (Pequeño Recorrido), dejando a la izquierda de la marcha el Pantano del Pradillo y terminando en el área de La Isla tras unas 5 horas de caminar. Para dar por aprobado el Acta de la ruta, se toman unas cervezas frescas y también un menú, ahora de dos platos y postre, que reconfortaron el espíritu y, aún más, el estómago.

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